En este mismo instante hay miles y miles de personas en este mundo dándole vueltas a su idea para conquistar el mundo.
Personas que, de una forma u otra, creen haber conseguido identificar una oportunidad de mercado y viven obsesionadas con el día en el que el planeta estará a sus pies.
Solo necesitas moverte por los ambientes de emprendedores para darte cuenta de que hay montones de nuevos proyectos a cada minuto soñando con encontrar su hueco.
Es cierto que muchos de ellos se mueven sobre entornos digitales, por eso de que las barreras de entrada son más bajas. Pero aún así, si miras con atención verás que hay un montón de buenos proyectos. Proyectos que acostumbran a estar vertebrados a través de alguna comunidad emprendedora, algún evento sobre el tema.
📆 Un pequeño ejemplo.
En mi ciudad, Tarragona hay unos encuentros mensuales organizados por Startup Studio interesantísimos. Cada mes la comunidad se reúne para conocer más de cerca algún caso real, además de conectar entre ellos y compartir inquietudes, dudas y, porqué no, colaboraciones. Y seguro que cerca de donde vives hay algo parecido, ya no hablemos de las grandes ciudades.
Vengo pensando en ello porque en pocas semanas voy a impartir un curso presencial sobre el tema. No te asustes, este no es un post de calentamiento para una venta de curso ni nada por el estilo. Relájate. Tampoco pasaría nada si fuera el caso, pero no lo es.
No te cuento todo esto para venderte nada, si no para poner por escrito algunas de las ideas en las que vengo pensando estos días a raíz del curso.
Una de ellas es sobre el valor de las ideas y el peso de la estrategia.
Porque cuando hablamos de emprendedores a menudo los consultores, mentores y otra fauna variada nos encontramos con un error de enfoque de entrada que acaba lastrando el proyecto entero.
Me refiero eso que se llama la idea de negocio y su viabilidad posterior.
1️⃣ El valor de las ideas
Sobre las ideas hay mucha tela que cortar, muchísima. Seguro que será algo sobre lo que volveremos a hablar en próximas ediciones, porque es algo que me fascina.
Por ahora me gustaría dejar apuntadas dos cuestiones.
La primera, que es ridículo eso de no contar las ideas a nadie porque te las pueden pisar y noséquéexcusa más. Si eres de eso, corta el rollo ya, deja de lado las tonterías conspiranoicas y avanza.
Hay una diferencia gigantesca entre tener una idea y llevarla a la realidad. Y ahí precisamente, en ese camino, es donde se queda el 99% de las ideas.
La segunda y más importante es que todo el mundo, hasta el cuñado más rematadamente estúpido, tiene ideas.
La cuestión clave no es si tienes o no tienes ideas. Ni siquiera eso es suficiente.
La cuestión es que no hay idea que funcione que no resuelva un problema.
Si tu idea es un capricho, algo que no tiene mercado, da igual las vueltas que le des.
El cementerio de ideas está lleno de fracasos que lo fueron porque no tenían el enfoque a solución de un problema.
Así que no es cuestión (solo) de tener muchas (buenas) ideas. Esas ideas deben responder a la pregunta del millón de dólares, digoooo euros:
💡¿Cuál es el problema que vas a solucionar y cómo lo vas a hacer?
He tenido la suerte de conocer personas que parece que lleven puestas todo el día unas gafas especiales. Unas gafas que solo ven problemas a resolver. Llevan unos cristales distintos, casi únicos. Como un filtro de la vida en el que solo ven continuamente formas distintas de hacer las cosas para que sean mejores.
Esa es la forma adecuada de enfocar las cosas: encontrar un problema y, con un enfoque innovador, buscar una solución mejor.
Lo que me lleva a la segunda parte de lo que te quería contar:
2️⃣ El peso de la estrategia
Vamos a suponer que identificaste bien un problema a resolver. Y ahora, ¿qué? ¿a pedir dinero a FFF?
Pues no, al menos no de momento.
Deja que te haga spoiler de lo que queda por delante: un trabajazo de la leche. Tener una buena idea es solo el principio, el primer pasito de la maratón que te espera.
Así que en lugar de emocionarte en lo mucho que vas a facturar, en cuántos centenares de empleados acabéis teniendo o, peor todavía, en los futuros negocios complementarios que podréis desarrollar. Antes de todo eso, aterriza.
🤓 Aterriza y rápido porque lo que vas a necesitar es una estrategia para llegar al mercado.
Y, ojito, esa estrategia te debe llevar más pronto que tarde a la rentabilidad. Porque si no serás de esos que convierten su hobby en su ocupación. Que no digo que esté mal, pero raramente acaba bien.
Lo que sí debes tener en cuenta que tu estrategia se debe mover equilibradamente entre estas tres dimensiones:
1 Tu oferta
La oferta no es más que el mix de productos, servicios y la experiencia que tu cliente tendrá con todo ello.
Estos tres elementos combinados crean valor para tu cliente, haciendo que encaje perfectamente lo que ofreces con lo que quieren conseguir.
Pero no caigas en la tentación de pensar que con un buen producto (o servicio) basta, ni mucho menos.
Pon mucho mimo en todo lo que tiene que ver con la entrega de lo que vendes, con cada interacción con tus clientes. No hablamos solo del proceso estricto de la venta. La experiencia de tu cliente incluye el cómo te descubren, de qué manera entregas valor así como otros muchos aspectos (mantenimientos, reparaciones, servicio técnico son solo algunos ejemplos).
2 El modelo de negocio
Tu modelo de negocio debe describir claramente cómo vas a operar y cuáles son las actividades necesarias para llevarlo a cabo.
Encontrarás toneladas de literatura sobre modelos de negocio y sus diferentes enfoques. Empezando por las importantes aportaciones de Alexander Osterwalder y su archiconocido Business Model Canvas. Otro día igual hablamos más al detalle de todo ello, de momento si no sabes de qué va tira del hilo, que hay mucha madeja detrás.
Mi único consejo por ahora llegados a este punto es que, especialmente si estás empezando, mantén la simplicidad todo lo posible. He visto BMC tan complicados que eran más del género de la ciencia ficción.
3 El modelo de ingresos
La pata más abandonada de las tres. Y la más importante.
De dónde vendrá el dinero, cómo fijarás los precios y de qué formas cobrarás.
Puede parecer una obviedad, pero de nuevo hay múltiples enfoques, también para este tema. Ventas, membresías, subscripciones, patrocinios…
Depende del enfoque que le des a este punto tus finanzas sufrirán más o menos.
💡Algo para pensar
Hoy que hablamos de problemas y soluciones está bien poner atención al enfoque. O sea, ante un mismo problema puede haber diferentes ángulos de entrada, diferentes enfoques.
Todo depende de quién sea tu cliente y por dónde le aprieta más el zapato.
No hay una sola forma de ver las cosas, ni mucho menos. Y pensando sobre todo esto me he acordado del artista japonés Katsushika Hokusai. El hombre dibujó decenas de xilografías con el Monte Fuji como motivo.
Que no te digo ni una ni dos, fueron decenas de xilografías. Tanto éxito tuvo que amplió la serie original, llegando si no estoy mal enterado hasta 100 vistas. Es una serie fabulosa, no solo por la técnica en sí, sino porque explica a través del dibujo cómo era la sociedad de entonces. Una maravilla, aunque para el arte seas más zapato que yo, que ya es decir.
Cuando creas que hay una sola manera de ver las cosas, acuérdate de Katsushika Hokusai y sus decenas de enfoques al Monte Fuji.
📕Leer es de guap@s
Ya que hablamos de estrategia y de innovación hoy te traigo uno de esos libros interesantes y que, a lo mejor, pasan bajo el rádar de la mayoría.
Además es enormemente práctico y con los pies en el suelo, lo que se agradece en un mundo lleno de libros puramente teóricos.
Su autor, Ángel Alba, lo describe como “un manual de instrucciones para que cualquier empresa puede tener procesos de innovación.”
👍 100% recomendado, Manual mínimo viable de innovación.
Está todo mal, pero tiene remedio.
Cuídate,
Agustí López