Tu empresa no necesita un controlador, necesita un líder

Dirigir una empresa llegando hasta el último detalle es como pilotar un Ferrari... con el freno de mano puesto. Crees que avanzas con precisión, pero lo único que haces es forzar el motor y quemarlo..

El exceso de control no te salva de los errores: los crea. En lugar de hacer tu negocio robusto, lo vuelves frágil, lento y amargado. El control absoluto no es liderazgo, es miedo disfrazado de eficiencia. Y ese miedo te está costando talento, motivación y visión.

A eso se le llama técnicamente micromanagement y es un problema de los gordos, de los que crean un ambiente de trabajo tóxico.

Hoy, en Está todo mal, vamos a meter el dedo en una de las llagas que más molestan al personal, que le estén encima de cada punto y cada coma.

El micromanagement es ese estilo de dirección en el que el jefe supervisa hasta el más mínimo detalle, eclipsando a sus propios empleados. Este modelo, anclado en la jerarquía, atrapa al líder en tareas que no le corresponden y le impide ver el panorama global .

Es la falta de delegación convertida en estilo de vida. “Necesito comprobarlo todo”, el mantra del micromanager inseguro que no confía en su equipo. Esa llamada a mediodía para confirmar cómo va un informe, esa pregunta por el progreso cada hora y exigir estar en copia de absolutamente todo.

Parece orden, pero no lo es. Es exceso de control y colesterol del malo en la motivación del equipo. Ese nivel de vigilancia atenaza la libertad de decidir, genera desconfianza y aplasta lo que hace única a cada persona .

El empresario que ve su empresa crecer y no es capaz de despegarse del pequeño detalle tiene un grave problema entre manos: es bastante que probable que acabe siendo la fuente de todos los problemas.

Sin exagerar, el micromanagement es uno de los problemas de nuestros días, agravado por la inmediatez que dan las herramientas digitales.

El daño real: un campo minado silenciado

Te puede parecer que soy un flipado o que eso en tu empresa no pasa. Y ambas cosas pueden ser ciertas. Tanto como que el micromanagement es un mal tan silencioso como letal.

Básicamente porque acaba marcando cómo trabaja tu equipo, de qué manera se relacionan contigo y, lo peor, cómo viven pertenecer a tu empresa.

1. Impacto directo en la productividad
   El tiempo se va en reportes y aprobaciones, no en tareas. ¿No me crees? Vale, mientras pido el carnet en el club de flipados haz una cosa. Pregúntale a tu equipo si alguna vez han sentido que les controlabas en exceso.
   
   Si hay tareas que podrían realizar con completa autonomía. Si les envías demasiados mensajes para comprobar si una tarea se ha completado.
   Lo que a lo mejor no te dicen es lo les mosquea que lo hagas, pero ya te lo digo: les cabrea y mucho.

2. Motivación aplastada
   Saber que cada paso será examinado hunde el orgullo profesional. Tener autonomía en tu labor es uno de los pilares fundamentales de la motivación. Sentir que tu trabajo será escrutado hasta el último detalle y que, aún así, tu jefe te hará sentir que él lo habría hecho mejor desmotiva hasta al más pintado.

3. Fuga de talento
   Está más que descrito, la gente no se pira de una empresa, se pira de un mal jefe. Solo tienes que poner la oreja en las conversaciones en las que alguien cuenta porqué se fue de esa empresa en la que le pagaban tan bien.
   No digo que el sueldo no influya, claro que lo hace. Pero que notes la presión a cada paso no ayuda a que un profesional se pueda desarrollar con confianza.

4. Entornos tóxicos e innovaciones estancadas
   La cultura se vuelve gris, sin diversidad de colores. Nadie arriesga una idea porque saben que, al final, tu aplicarás tu filtro, tu criterio. Y machacarás el primer brote que nazca. Así que, ¿para qué proponer, para qué arriesgarse?
   

5. Burnout cruzado
   No solo los empleados se queman, ojito. Los micromanagers se atragantan con tareas que no les pertenecen, desbordados en estrés crónico. Son esos líderes que se pasan el día despotricando de su poco comprometido equipo mientras ellos deben sacarle horas al reloj.
   
   El control extremo mata la confianza, la motivación y la autonomía, pero también encierra al propio líder en su propia jaula. Es un boomerang cuyos efectos te revientan incluso a ti.

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La salida: cambiar de modelo, no de problema

El camino no es meter más control o comprar otra herramienta para registrar las tareas. La solución es aplicar otro tipo de liderazgo:

• Fórmate en liderazgo real: para aprender a confiar, delegar y acompañar.

• Delegar con sentido, no dejar pasar sin control: define el qué y deja el cómo.

• Gestión macro: elige resultados y deja que el equipo construya, escucha sus propuestas.

• Cultura de confianza y feedback: fomenta la escucha activa y recompensa cuando se busca autonomía .

• Evaluación profesional sin vigilancia: encuestas anónimas, software de RR. HH., puntos de contacto estratégicos (ojo, no controles permanentes).

💡 En resumen…

El micromanagement no solo mata la moral, destruye productividad, expulsa talento y bloquea la innovación: también encierra a la empresa en un bucle de toxicidad.

Si algo de todo esto te resuena, para y piensa. ¿Qué provoca que estés así?

Mi consejo: delega mejor. Confía más. Lidera con acompañamiento, no con vigilancia.

Si cambias, tu empresa empezará a respirar un aire algo más limpio.

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🔦 Esto es interesante

Si estás por aquí es más que probable que tengas una cuenta en Substack y, por tanto, una newsletter.

Bueno, si ese es tu caso puede que ya te hayas topado con:

• El bloqueo del folio en blanco, el del síndrome del impostor o los dos juntos.

• Dudas existenciales sobre cómo monetizar las horas que le dedicas.

• Verdaderos problemas para crecer en suscriptores.

En situaciones así mi recomendación es sencilla: haz un curso. Pero no un curso sobre lo que ya sabes, uno que de verdad te ayude a desbloquear el momento en el que estás y te ayude a tener una newsletter que vaya como un tiro.

Te cuento todo esto porque yo mismo pasé por eso antes de empezar este proyecto. En ese momento descubrí la comunidad de newsletteros de

Chus Naharro

y ya hice el click. Ahora Chus está de (re) lanzamiento de su curso “Newsletter fácil” y no puedo más que recomendártelo.

Que Chus es CNO (Chief Newsletter Officer) seguramente ya lo sabes. Es la persona que conozco, y conozco a muchas del circo digital, que más controla del tema. Que no te engañe su humildad, ya quisieran muchos tener su nivel.

Pues resulta que Chus tiene el curso que a lo mejor necesitas para tirarte a la piscina de una vez y, ya sabes, el mejor momento para hacerlo es ahora.

Ah, un detalle. Ha incluido en el curso un MEGA TOP Bonus con

Jorge Bosch Alés

que DE VERDAD ya justifica el precio:

1. Cómo hizo el plan de lanzamiento de su (exitosa) newsletter

2. Cómo lanzó su (exitoso) primer curso

3. Cómo creó un (exitoso) sistema para captar mail todos los días

4. Cómo está montando un (exitoso) negocio alrededor de la newsletter

Bueno, no digo nada más porque acabará pareciendo que exagero y conseguiré el efecto justamente contrario al que pretendo.

En resumen, si lo de tener tu newsletter se te ha atragantado, aquí tienes la solución:

Nada más por esta semana, espero que algo de esto del micromanagement te haya resultado interesante. Y si crees que le puede interesar a algún conocido, no dudes en compartir el artículo.

Está todo mal, ya sabes. Pero tiene remedio.

Cuídate,
Agustí López