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Avatar de Jorge Bosch Alés

Mi forma favorita es seguir la regla del 80% - 20% en la gestión de alcances con clientes y nuevas peticiones.

Al 80% de las cosas les sigo que sí (ese 80% coincide con el 80% de las que no me supone un trastorno real para mi mente y tiempo) y al 20% le digo que no (justo las que me suponen un trastorno real en tiempo, dinero o energía).

De esta forma el cliente siempre percibe que soy un tío flexible, pero por otro mi negocio no se ve casi afectado por decir "sí" a muchas peticiones.

Es un buen truco para usarlo no solo con clientes, sino con peticiones de jefes, con peticiones de tu pareja...

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Avatar de Agustí López

Interesante, Jorge, que bueno tener criterio. Así es más sencillo tomar decisiones

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Avatar de Rafa Castón

Lo de las peticiones de tu pareja suena interesante. Lo que no tienes cojones es de aplicarlo con una petición de Hacienda.

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Avatar de Agustí López

Ja ja ja Hacienda no pide, ¡exige!

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Avatar de Alberto Verdú

Agustí, has dado en el clavo. Durante años caí en la trampa de decir “sí” a todo para complacer a los clientes. Craso error. Si no les pones freno, acaban con la mente efervescente, inventando peticiones nuevas cada dos minutos. Y claro, tú, mientras tanto, sudando tinta para hacer malabares con el tiempo y los recursos.

Esto se nota especialmente en servicios como el desarrollo de software, donde parece que cualquier cambio es cosa de “un clic”. Pero la realidad es que una frase nueva o un “simple ajuste” puede implicar replantearlo todo desde cero. Vamos, que lo que parece un detalle, a veces es como mover una catedral piedra a piedra.

La clave está en aprender a decir “no” (o, mejor dicho, “sí, pero esto va aparte”). Al principio cuesta, porque parece que estás fallando al cliente, pero en realidad ocurre justo lo contrario: cuando pones en valor tu trabajo, el cliente te respeta más y aprecia lo que haces. Además, la relación se vuelve mucho más profesional.

Así que, si todavía os cuesta poner límites, probadlo. No solo os ahorraréis horas de frustración, sino que descubriréis algo maravilloso: el cliente, al final, también sabe apreciar un buen “no” dicho con firmeza… y mucha paciencia.

¡Gracias, Agustí, por recordárnoslo con tanta claridad!

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Avatar de Agustí López

Esto lo aprendí yo a sangre y fuego en una vida anterior en la que vendíamos y desarrollábamos proyectos web a medida . Eso de que el cliente siempre tenía razón nos costó algunos disgustos, pero nos dió mucho aprendizaje rápido.

Y, de nuevo es contraintuitivo, pero efectivamente ponerte en valor es lo mejor que puedes hacer por ganar respeto.

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Avatar de Rafa Castón

He escrito hace poco en una nota que no creo en eso de "el cliente siempre tiene la razón", porque los clientes, hasta donde yo sé, son personas.

Y como son personas, son susceptibles de ser gilipollas.

Nadie debería estar obligado a atender o a tratar bien a un hijo de su madre.

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Avatar de Agustí López

Y algunos, pocos, se creen con derecho a abusar

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